Nuestro enfoque en la elaboración de las velas es una clase magistral de ciencia y artesanía. Por supuesto, hay formas más sencillas de hacerlo, pero ya hace tiempo que hemos demostrado que no creemos en los atajos. Nuestras velas pasan por cuidadosas pruebas para garantizar que emiten ese aroma atemporal inesperado por el que Jo Malone London es conocida. Cada vela es única y ha recibido el mismo riguroso proceso de desarrollo de fragancia que nuestras Colognes más queridas.

Una vez que el desarrollo está logrado, es momento de llegar a la línea de producción. Un aceite aromático de primera calidad se combina con la cera calentada lentamente —usamos una combinación única de ceras de calidad para que la vela se queme de una manera estable— con el fin de crear una mezcla personalizada que después se decanta a mano en vasos individuales calientes. Piense en ello como si estuviera echando en un recipiente el más exquisito chocolate caliente.

Para cada nueva vela, la composición de cera se modifica con el fin de que se ajuste al aceite aromático y a una mecha de algodón seleccionada especialmente entre una reducida lista (en realidad no tan reducida) de 400. Es un proceso meticuloso se tarda muchos años en perfeccionar.

A continuación, llega la difícil tarea de montar la mecha. Es una meticulosa responsabilidad que requiere de profesionales a los que no les tiemblen las manos. Cada mecha se coloca a mano en la cera blanda en el centro de la vela para garantizar que se queme de forma homogénea.

Aunque cada una de nuestras velas se quema de una manera diferente —esa es la belleza de lo hecho a mano—, todas las Velas de Jo Malone London tienen un importante poder de permanencia tanto en lo que se refiere a su duración como al perfume que irradian. Y así debe ser: con un proceso tan laborioso, no nos conformaríamos con menos.

Después de secar durante 72 fatigosas horas, las Velas de Jo Malone London reciben la última bendición. Un tratamiento con calor intenso, que asegura que la parte superior esté inmaculada, y las mechas se recortan a 6 mm exactamente. A continuación, se aplica una etiqueta a mano al elegante recipiente de la vela, se limpia y se le saca brillo para dejarlo perfecto. Y, por último, como encantador toque final, la tapa plateada se decora con un lazo de otomán negro, un ritual tan transcendental que casi pide ir acompañado de un coro angelical.